Maria Elena Moyano fue asesinada un dia como hoy, no quiero escribir nada nuevo, solo dejo que el testimonio de una dirigente a la comisión de la verdad, nos lleve nuevamente por los caminos de la memoria, aquí estamos negrita, luchando por la vida....
-Yo trabajaba con María Elena Moyano cuando ella fue presidenta de la
Federación de Mujeres en el año ochentaiocho. Yo era asistenta social de la
Fepomuves. María Elena era una mujer que trabajaba arduamente, desde temprano,
hasta muy altas horas de la noche dedicándose a la organización, a organizar a
las mujeres, a crear formas y niveles de conciencia. Es por eso que muchas
mujeres salimos de nuestras casas, de las cuatro paredes, de nuestros problemas
individuales a los problemas colectivos y logramos entender que teníamos un
derecho, que teníamos la posibilidad de mejorar nuestra condición de vida. Y
eso era lo que María Moyano hacía. Trabajábamos
arduamente con alegría, a veces con tristeza, a veces, terminábamos los días
con amargura, porque nos enfrentábamos a muchos problemas, a muchas
dificultades. Especialmente con los dirigentes comunales, hombres machistas que
no entendían nuestra lucha. Sin embargo, lo hacía María Elena con mucha
terquedad, con mucha obstinación, porque
su idea era mejorar la condición social de la mujer del pueblo, de los más
pobres. Se entregaba totalmente al trabajo. Tuvo muchos problemas en su casa,
problemas emocionales como cualquier ser humano, ella cometió errores y tuvo
muchas virtudes. Y una de sus virtudes fue la solidaridad.
Siempre pensaba en lo justo, siempre pensaba en que había una esperanza
para los menos desposeídos, especialmente para el pueblo de Villa El Salvador,
que vivíamos en los arenales, en lugares donde no había agua, donde no había
luz, donde no había posibilidad de una condición de bienestar. Las mujeres estábamos
junto a María Elena. La "negra" fue una gran mujer política, creyó
mucho en los partidos, especialmente de Izquierda Unida. Pero cuando la
izquierda se dividió entró en una gran crisis emocional. Entonces volcó su
compromiso fuerte hacia la organización porque creyó que Izquierda Unida, lamentablemente
había fallado. Dijo en sus palabras, que el pueblo, las mujeres debían luchar
por un poder popular, de ahí salía la
mejor forma de conducir una sociedad justa.
No se preocupaba en su salud. Muchas veces, muchas veces caía enferma y
cuantas veces se levantaba. No tenía plata ni para alimentarse. Pero, por
encima de todo, el deber y la obligación de estar frente a miles de mujeres era
para ella el mejor aliento, el mejor alimento para su espíritu que para su
cuerpo. Por ello, cuando quiso cambiar a su manera y a su forma de ser y exigir
que los más pobres no deban morirse de hambre, que los más pobres necesitábamos
oportunidades, tuvo muchas dificultades. Nosotras hacíamos los comedores
populares, los comedores autogestionarios, el vaso de leche y otros espacios en
que las mujeres podían educarse, podían tomar conciencia, ver su realidad, su
entorno. Pero también discrepaba de aquellas ideologías, de aquellas
violencias, de aquellas que imponían, de aquellos que mataban, discrepaba con
el terror y con el terrorismo.
Cuando la señora Emma Hilario, dirigente del cono sur de comedores, sufrió el primer atentado, tuvo María Elena un gran dolor, ahí se planteó no callar más sino hablar y responder. Porque mucha gente decía, que quiénes matan, mataban a la gente ratera, mediocre y mentirosa. Así se miraba para afuera, para Europa. Ellos creían que había un grupo que luchaba por los pobres. Así, se miraba en Estados Unidos, en otros países. Que luchaban reivindicando a los pobres. Y fue María Elena que dijo que no era cierto. Aquí se están matando pobres, se están matando mujeres, se están matando dirigentes con el pretexto de hacer la revolución, porque la revolución no era muerte. La revolución era nueva vida. Era justicia y democracia. Y ahí, empezó a enfrentarse abiertamente, ideológicamente con Sendero.
Cuando la señora Emma Hilario, dirigente del cono sur de comedores, sufrió el primer atentado, tuvo María Elena un gran dolor, ahí se planteó no callar más sino hablar y responder. Porque mucha gente decía, que quiénes matan, mataban a la gente ratera, mediocre y mentirosa. Así se miraba para afuera, para Europa. Ellos creían que había un grupo que luchaba por los pobres. Así, se miraba en Estados Unidos, en otros países. Que luchaban reivindicando a los pobres. Y fue María Elena que dijo que no era cierto. Aquí se están matando pobres, se están matando mujeres, se están matando dirigentes con el pretexto de hacer la revolución, porque la revolución no era muerte. La revolución era nueva vida. Era justicia y democracia. Y ahí, empezó a enfrentarse abiertamente, ideológicamente con Sendero.
Es ahí cuando siendo presidenta pues, sufre muchos cuestionamientos,
persecuciones y amenazas, amenazan a las
organizaciones, las acusan de ser
asistencialistas y colchón del sistema. Nosotras las mujeres del pueblo
luchábamos para que nuestros hijos no se mueran de hambre. Sin embargo, nos
decían que éramos colchón del imperialismo. Estábamos apostando por la vida, luchábamos
por la sobrevivencia. Por eso, María Elena, levantó su voz y dijo: Basta, basta,
porque también habían seguido atentando contra los dirigentes de Villa. Cuántas veces yo le dije: María Elena, te
necesitamos viva, no te necesitamos muerta. Y optamos porque ella se fuera a México.
Porque ya había amenazas constantes. Estuvo en México un mes, pero después
volvió porque no se acostumbraba, había dejado a sus hijos. Y yo me acuerdo esa
noche que ella tenía una Biblia en la mano. Y decía: La justicia siempre va a
triunfar. Una semana antes, llega una
invitación de un Comité de Vaso de Leche, para una pollada, para comprar
implementos para el Comité de Vaso de Leche y nos dan a mí y a ella las
invitaciones, nos dicen que no debemos
faltar compañera, no debemos faltar porque ustedes son nuestras dirigentas. Y
nos vuelven a remarcar eso dos o tres veces. Yo era la presidenta de la
FEPOMUVES, ella era teniente alcalde del municipio. Porque así las mujeres lo
quisimos.
Llegó a mi casa, muy temprano a las ocho de la mañana, me dijo, sabes, vayámonos a la playa. Era un día domingo. Yo le dije: tengo reunión. Y me dijo: entonces, voy a volver para irnos juntas a la pollada. Yo le dije: bueno tengo reunión y según como esto pase, voy a estar reuniéndome contigo a las cinco de la tarde. Fue así, que María Elena Moyano fue a las cinco de la tarde en punto con sus dos niños y una compañera que cuidaba a sus niños a esa pollada. Muy cumplida, como lo era con todas las mujeres, solidariamente. Yo no pude ir porque no terminaba mi reunión. Las cinco, las seis cuarenta, las seis cuarenticinco. María Elena estuvo muy animada, tomando cerveza, comiendo la pollada, cuando de pronto aparece una mujer y un hombre, ella ve a lo lejos que venían por ella. Entonces, dice: todo el mundo, las mujeres tírense al suelo, porque estos carajo, vienen por mí, a matarme. Es ahí, cuando la mujer la encañona y le da un tiro. Ella cae al suelo. Y sus niños, también se agachan juntamente con esta compañera, porque ella es la que me ha relatado este momento. Se agachan al suelo, se tiran y dice tápate la cara porque tu mami va escaparse. Estas dos personas le meten dos petardos en el medio del cuerpo. Y ahí explosiona, cuando levantan la cara los niños dice: mami se escapó, mami se fue, logró escaparse. Y así salen corriendo por la parte detrás. Yo llegaba seis cuarenticinco, muy alegre, pensando que ella ya había llegado. Con mi compañera Esperanza, que entonces también era dirigenta. Cuando bajo y me encamino para entrar había mucha gente que salía despavorida gritando, muchas compañeras se acercaron a mí, me dijeron: por favor no vayas, que acaban de matar a María Elena, que también te pueden matar a ti, por favor no vayas. Pero yo avancé unos pasos más adelante.... Lo que vi, eran un cuerpo destrozado, los intestinos tirados, la cabeza en el techo, la sangre que baño toda la pared del local, que era blanca era roja en ese momento. Me quedé helada, no tuve ni cómo retroceder, mis compañeras agarraron, me metieron al carro, con las mismas empezamos a salir. Por ahí un carro nos perseguía, luego llegamos a nuestro local, nuestro centro de acopio. Un local de los comedores, ahí nos sentamos a llorar. Cuando unos segundos más tarde salió por la televisión un flash informativo, sobre la muerte de María Elena Moyano. Muchas mujeres venían, muchas compañeras desesperadas, lloraban, llorábamos, unas se desmayaban, otras gritaban. Y muchas no sabíamos ¿por qué tanto odio?, ¿por qué tanta crueldad?, ¿por qué tanta barbarie?, ¿por qué destrozar?, ¿por qué romperle las entrañas?
Llegó a mi casa, muy temprano a las ocho de la mañana, me dijo, sabes, vayámonos a la playa. Era un día domingo. Yo le dije: tengo reunión. Y me dijo: entonces, voy a volver para irnos juntas a la pollada. Yo le dije: bueno tengo reunión y según como esto pase, voy a estar reuniéndome contigo a las cinco de la tarde. Fue así, que María Elena Moyano fue a las cinco de la tarde en punto con sus dos niños y una compañera que cuidaba a sus niños a esa pollada. Muy cumplida, como lo era con todas las mujeres, solidariamente. Yo no pude ir porque no terminaba mi reunión. Las cinco, las seis cuarenta, las seis cuarenticinco. María Elena estuvo muy animada, tomando cerveza, comiendo la pollada, cuando de pronto aparece una mujer y un hombre, ella ve a lo lejos que venían por ella. Entonces, dice: todo el mundo, las mujeres tírense al suelo, porque estos carajo, vienen por mí, a matarme. Es ahí, cuando la mujer la encañona y le da un tiro. Ella cae al suelo. Y sus niños, también se agachan juntamente con esta compañera, porque ella es la que me ha relatado este momento. Se agachan al suelo, se tiran y dice tápate la cara porque tu mami va escaparse. Estas dos personas le meten dos petardos en el medio del cuerpo. Y ahí explosiona, cuando levantan la cara los niños dice: mami se escapó, mami se fue, logró escaparse. Y así salen corriendo por la parte detrás. Yo llegaba seis cuarenticinco, muy alegre, pensando que ella ya había llegado. Con mi compañera Esperanza, que entonces también era dirigenta. Cuando bajo y me encamino para entrar había mucha gente que salía despavorida gritando, muchas compañeras se acercaron a mí, me dijeron: por favor no vayas, que acaban de matar a María Elena, que también te pueden matar a ti, por favor no vayas. Pero yo avancé unos pasos más adelante.... Lo que vi, eran un cuerpo destrozado, los intestinos tirados, la cabeza en el techo, la sangre que baño toda la pared del local, que era blanca era roja en ese momento. Me quedé helada, no tuve ni cómo retroceder, mis compañeras agarraron, me metieron al carro, con las mismas empezamos a salir. Por ahí un carro nos perseguía, luego llegamos a nuestro local, nuestro centro de acopio. Un local de los comedores, ahí nos sentamos a llorar. Cuando unos segundos más tarde salió por la televisión un flash informativo, sobre la muerte de María Elena Moyano. Muchas mujeres venían, muchas compañeras desesperadas, lloraban, llorábamos, unas se desmayaban, otras gritaban. Y muchas no sabíamos ¿por qué tanto odio?, ¿por qué tanta crueldad?, ¿por qué tanta barbarie?, ¿por qué destrozar?, ¿por qué romperle las entrañas?
Llorábamos su ausencia, llorábamos con dolor. Callaron su voz, pero sus
palabras, su ejemplo, nunca pudieron matarlo, porque nosotros las mujeres lo
llevamos dentro de nuestro corazón, lo llevamos...como una convicción, como un
ideal, por ese ideal que ella luchó, entregó su vida y murió con coraje.
Yo puedo decir que a más de ser madre, fue dirigente y mujer coraje porque eso es, por ser dirigente, por ser una mujer que luchó por la paz, por la justicia, que condenó el terror, que condenó la violencia. Por eso la mataron. Muchos nos quedamos con la difícil forma de superar un gran dolor, a mí me costó superar porque yo era presidenta en ese momento. Yo la apreciaba, la quería con todos sus errores y virtudes. Pero sin embargo, muchos políticos nunca se atrevieron a denunciar a Sendero, pero tuvo que salir una mujer del pueblo a decir: basta, basta de mucha muerte, basta de violencia. Por ello, hasta los periodistas nos miraban como una noticia del momento y nos ponían a las dirigentas como carne de cañón, y Sendero Luminoso, después de haberla destrozado reivindicó con sus panfletos al día siguiente y no solamente reivindicando su muerte sino también amenazando a quiénes estábamos con ella. Tiraban bombas por los lugares donde vivíamos, teníamos que hacer reuniones en distintos lugares. Iban a mi casa los policías custodiando mi puerta diciendo a mis hijos: yo estoy acá para que a tu madre no la maten. Y mis hijos, se desgarraban, se preocupaban, lloraban, se desesperaban, por eso tomé la decisión juntamente con mi esposo para no hacer más daño a mis hijos, psicológicamente. Tuve que irme del país. Quiénes vivieron ese momento, comprendemos lo que es el terror, porque se ensañaron con los más pobres, con las organizaciones.
Yo puedo decir que a más de ser madre, fue dirigente y mujer coraje porque eso es, por ser dirigente, por ser una mujer que luchó por la paz, por la justicia, que condenó el terror, que condenó la violencia. Por eso la mataron. Muchos nos quedamos con la difícil forma de superar un gran dolor, a mí me costó superar porque yo era presidenta en ese momento. Yo la apreciaba, la quería con todos sus errores y virtudes. Pero sin embargo, muchos políticos nunca se atrevieron a denunciar a Sendero, pero tuvo que salir una mujer del pueblo a decir: basta, basta de mucha muerte, basta de violencia. Por ello, hasta los periodistas nos miraban como una noticia del momento y nos ponían a las dirigentas como carne de cañón, y Sendero Luminoso, después de haberla destrozado reivindicó con sus panfletos al día siguiente y no solamente reivindicando su muerte sino también amenazando a quiénes estábamos con ella. Tiraban bombas por los lugares donde vivíamos, teníamos que hacer reuniones en distintos lugares. Iban a mi casa los policías custodiando mi puerta diciendo a mis hijos: yo estoy acá para que a tu madre no la maten. Y mis hijos, se desgarraban, se preocupaban, lloraban, se desesperaban, por eso tomé la decisión juntamente con mi esposo para no hacer más daño a mis hijos, psicológicamente. Tuve que irme del país. Quiénes vivieron ese momento, comprendemos lo que es el terror, porque se ensañaron con los más pobres, con las organizaciones.
Hoy, seguimos su ejemplo y seguiremos luchando por lo que ella luchó.
Pero también, mucha gente ahora pretende decir que la conocieron y trabajaron
con ella. Y se aprovechan aquellas o aquellos que fueron cómplices, para
difamarla, porque antes de que la maten, la difamaron, la culparon, dijeron que
era dueña de camionetas, de fábricas, de proyectos, mentiras, porque así fue su
estrategia. Primero la difamaron luego la asesinaron. Hoy las cómplices, andan
sueltas, hoy los que le mataron, andan sueltos, no hay ni un detenido por ese
asesinato y nosotros no queremos que se quede impune. Hoy esa gente, también
celebra o se golpea el pecho y también la memoria de María Elena se utiliza
para fines políticos. Se traiciona la memoria y el ideal, por el cual ella
luchó. Por eso yo pido acá, por los hijos de María Elena que están en España. Quisiera
que la Comisión de la Verdad, investigue su situación de aquellos niños que
fueron y que ahora son jóvenes. Que se les dé una reparación. También pido así
como el congreso ha declarado heroína nacional a María Elena, que el presidente
y el gobierno promulguen una ley
declarando heroína nacional, para que la historia recuerde, para que nuestros
jóvenes recuerden que una mujer del pueblo, luchó por la paz, por la justicia,
por la democracia. Que la Comisión de la Verdad, siga investigando, que no
queden impunes estas cosas. Que no haiga más dolor, que no haiga más odio y el
tema de la reconciliación significa, que el pueblo peruano no permita esto, que
nos unamos para defender la paz, la vida, así como lo defendió María Elena
Moyano.
Quiero agradecer por darme esta oportunidad, quiero agradecer porque la
misión que tienen ustedes es escucharnos, aquellas que sentimos dolor, aquellas
que sentimos de repente un momento dado, rencor por lo que haya pasado. Que la
imposición y los dogmas hacen mucho daño a un país. Queremos una sociedad donde
los pobres tengamos la oportunidad de vivir con dignidad. Donde las mujeres
tengamos la oportunidad de mejores condiciones
de vida. Como siempre lo quiso María
Elena Moyano, muchas gracias…